martes, 12 de noviembre de 2013

Llegar a casa - Ismael Serrano

Bandera blanca,
primavera,
la cortina mecida por el viento,
el perro que no tenemos suspirando a tus pies,
llegar a casa como quien entra en la cascada:
pátinas de rocío sobre los hombros.

Cuelgas zafiros en la noche
y suena el camión de la basura lejano
como elefantes barritando
despidiendo al invierno y sus tormentas.
Duerme la ciudad,
cantas una nana que acalla
los martillos percutores, las bocinas,
el alarido de una ciudad desgarrada
por la ausencia de muchachas
que sonríen en blanco y negro
en las puertas de todos los aeropuertos.

La cortina blanca sigue con su baile,
luz de mesilla, sobre tu regazo un libro abierto:
“háblame del sur y de sus fantasmas,
del muro de escarcha en que tallas mi nombre
cada solsticio sin luna”.
Ponen tu serie favorita,
noche de dondiegos y sofá,
y detengo todos los relojes de la casa,
le saco las agujas,
coso con ellas una manta
para cubrir tus pies cada mañana.

Llegar a casa,
desertor de batallas sin cúpidos ni auroras
-sólo amor será el motivo-,
llegar a casa y encontrarte
vistiendo de blanco las cortinas,
reuniendo espigas para un nido,
apartando piedras de legumbres,
recitando a Chejov como quien reza,
recordando que hoy es primavera.

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