Alrededores de Sevilla, invierno de 1936: se acercan las
elecciones españolas. Anda un señor recorriendo sus tierras, cuando un
andrajoso se le cruza en el camino. Sin bajarse del caballo, el señor lo llama
y le pone en la mano una moneda y una lista electoral. El hombre deja caer las
dos, la moneda y la lista, y dándole la espalda dice:
— En mi hambre, mando yo